Deja que me quede con mis sueños, con mis letras, con mis risas y sonrisas. Deja que escoja yo si quiero flores o no, si acepto que me sigas, que me mires, que me cantes al oído. Deja que persiga las nubes que presagian tormenta, que me caiga de bruces en el camino, que me compre libros baratos.
Deja que sea yo la que te pida que me digas que me quieres

Pintaste mi mundo en colores.

Ni la fuerza de hulk, ni la rapidez de spiderman, ni la inmortalidad de Lobezno. Ni la invisivilidad de la mujer invisible. Ni la inteligencia de Stephen Hawking, o la cantidad de dinero que tiene en su cuenta bancaria Bill Gates. Tampoco el cuerpo de Leonardo di Caprio o la habilidad de Tony Hawk con su monopatin. Ni la gran capacidad de actuar que tiene Kevin Spacey, ni la cantidad de Marihuana que se habra fumado Amy Winehouse, ni las miles de personas que a matado E.T.A. Ni aun por esas, las miles de fotografias sacadas por Mat Blamires en cada uno de sus reportajes para las noticias. Ni los miles de millones de versos escritos por Lorca. Ni los cuadros que pinto Goya en toda su vida y, nisiquiera los miles de besos que imagino William Shakespeare en cada una de sus obras. Ninguno de los barcos que surcan los mares cada noche, o las miles de hormigas que mueren por segundo. Es que nisiquiera con ninguna de estas cosas, eres capaz de imaginar las veces que, gracias a ti, he podido sonreir cuando todo me iva mal.